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¡PURIFIQUÉMONOS!

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Lee Éxodo 19:1–19

La mayoría de las personas planean su ropa con mucha antelación, cuando se preparan para asistir a una ocasión especial como una graduación o una boda. Lavan y planchan prendas. Pueden hasta ir a comprar cosas nuevas como zapatos, un vestido o un traje y corbata. Un día especial requiere ropa especial.

De la misma manera, al pueblo de Israel se le ordenó consagrarse, incluso preparar su ropa, para estar listo para encontrarse con Dios en el Sinaí. Dios los había liberado de la esclavitud, llevándolos “sobre alas de águila” a esta montaña (v. 4), tal como le había prometido a Moisés (Éxodo 3:12). Ahí recibirían la Ley y llegarían a ser una verdadera nación. Dios los llamó Su “tesoro” (v. 5 LBLA) y “un reino de sacerdotes y una nación santa” (v. 6).

Los israelitas necesitaban consagrarse o purificarse para estar listos para encontrarse con Dios. Ya se habían comprometido a obedecer al Señor y guardar el pacto (vv. 5, 7–8). Esta reunión sería una ratificación formal de estas promesas y responsabilidades. Uno de los requisitos para prepararse, era que el pueblo debía lavar su ropa (vv. 10, 14). Además, debían abstenerse de tener relaciones sexuales (v. 15) y acercarse al área de reunión designada con respeto (vv. 12–13).

 “Consagrar” significa “apartar como santo”. En aquella época lavar la ropa no era algo cotidiano. No había lavadoras. Se necesitaba mucho trabajo y agua para lavar la ropa. En esta ocasión, la ropa limpia sería un signo exterior de una actitud espiritual interior adecuada. Indicarían corazones y almas purificados y dispuestas a prometer fidelidad y obediencia a Aquel que gobierna toda la tierra y que los había elegido para ser Su pueblo especial (v. 5).

¿Somos demasiado casuales cuando asistimos a los servicios de adoración? ¿Cómo podemos consagrar nuestro corazón y nuestra mente mientras nos preparamos para encontrarnos con el Señor?


Ora con nosotros

Señor, Tú estableciste la nación de Israel al darles la Ley. Gracias porque, a través de Cristo, también nos llamaste “descendencia escogida, sacerdocio regio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios. . . que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

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Hoy en la palabra

Un estudio bíblico devocional diario del Instituto Bíblico Moody.
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