Lee Génesis 27:1–41
Cuando era niño, mis regalos eran muy predecibles. Siempre le compraba Old Spice a mi padre. Colonia Old Spice. Crema de afeitar Old Spice. Jabón Old Spice. Él respondía amablemente cada vez con sorpresa y deleite. Para mí, el olor a Old Spice estará siempre ligado a mi padre.
Las personas de la historia de hoy también tenían olores distintivos. De hecho, el olor de Esaú se convirtió en parte del plan de su hermano Jacob para engañar a su padre, Isaac. Normalmente, la bendición del padre se daba al hijo primogénito, Esaú, aunque Dios dijo: “el mayor servirá al menor” (Génesis 25:23). Sin embargo, Rebeca, su madre, quería que Jacob, su hijo favorito (ver Génesis 25:28), recibiera esa bendición.
Así que a Rebeca y Jacob se les ocurrió un plan centrado en la comida, la ropa y el olor. Jacob usaría la ropa de su hermano, oliendo así a Esaú (Génesis 27:15). Las pieles de cabra imitarían la vellosidad de Esaú (v. 16). Rebeca preparó una comida para engañar a su marido haciéndole creer que era caza recién capturada (v. 14). Este plan podría funcionar porque Isaac, casi ciego, dependería de sus otros sentidos, el olfato, el oído, el gusto y el tacto.
Cuando Jacob llegó ante él, Isaac sospechó porque la voz sonaba como la de Jacob. Pero las pieles de cabra funcionaron (vv. 22–23), al igual que la ropa de Esaú (v. 27), y el engaño resultó exitoso. Jacob recibió la bendición (vv. 28–29).
Esaú demostró ser “inmoral” al cambiar la bendición por una sola comida (Hebreos 12:16–17). Aunque la bendición le pertenecía a Jacob en ese momento, él y Rebeca recurrieron al engaño en lugar de esperar a que Dios la hiciera realidad. Un estudioso del Antiguo Testamento observó que todos los involucrados en esta historia “cargaban casi la misma culpa”.
Ora con nosotros
Querido Dios, leer acerca de todo el engaño en la casa de Jacob nos hace examinar nuestras propias vidas. ¡Señor, ayúdanos a evitar la mentira y el engaño a toda costa! Que vivamos con amor, sabiduría, honestidad y justicia ante Ti.