Esparta ha pasado a la historia por ser una sociedad militarizada con una cultura de la disciplina y la austeridad. Le disputó siempre el liderazgo Atenas, arrebatándoselo en las guerras del Peloponeso. Su mítico legislador Licurgo fue quien organizó las instituciones de manera que se evitase la llegada de los tiranos como en el resto de Grecia; en esa organización se estableció la igualdad ante la ley, pero diferencia de Atenas, una igualdad acompañada de una férrea disciplina y austeridad.