Nacida en Alemania en 1903, Maria Reiche encontró el propósito de su vida al otro lado del mundo, en Perú. Era una mujer brillante. Hablaba cinco idiomas y se había graduado en matemáticas, física y astronomía en la universidad. Pero en 1941 conoció las enigmáticas figuras del desierto de Nazca, los gigantescos geoglifos trazados milenios atrás por una cultura misteriosa, y decidió dedicar por entero su vida al estudio y conservación del yacimiento. Casi hasta su muerte, en 1998, Maria Reiche vivió en soledad en medio del páramo, descubrió nuevas figuras y estudió su posible origen. Los lugareños llamaban a aquella alemana silenciosa la "bruja de la Pampa" y la "mujer que barre el desierto".