Considerada una de las mujeres más excéntricas y escandalosas de su época, Peggy Guggenheim consiguió que su apellido no fuese una losa para ella. "Siempre me consideraron la 'enfant terrible' de la familia Guggenheim. Imagino que pensaban que era una especie de oveja negra y que nunca haría nada de valor. Pienso que les sorprendí", aseguraba Peggy. Salvadora de gran parte del arte contemporáneo occidental, tuvo una agitada vida sentimental (con más de 400 amantes) que no le impidió vivir a caballo entre Nueva York, París y Venecia adquiriendo obras de arte y luchando por la conversación de las misma: "Yo era una mujer liberada antes de que hubiera un nombre para eso".