Billie Holiday había nacido para cantar jazz. Nadie lo hacía como ella. Pero en los años 50 en Estados Unidos eso significaba poco si eras negro. Su canción más famosa, ‘Strange Fruit’, hablaba de los linchamientos a los afroamericanos en los estados del sur. Era un grito desgarrado contra el racismo que incomodó a las autoridades. Lady Day, como la llamaban sus admiradores, había conocido la pobreza y el abuso en los primeros años de su vida, pero, al final, fue su adicción a las drogas y al alcohol y el acoso sin pausa de las autoridades los que silenciaron su voz. Y dieron alas a su leyenda.