Lee Mateo 14:22–35

Imagínate una tormenta en el mar. Un barco es sacudido por las olas y su tripulación teme por sus vidas. Pero a lo lejos, la luz de un faro atraviesa la oscuridad y la tormenta. Los marineros reconocen el punto de referencia, aliviados de que haya una ruta segura a casa. En Mateo 14, Jesús mismo sirve como faro para Sus discípulos durante una tormenta en el mar.

Inmediatamente después de alimentar a los cinco mil (vv. 15–21), Jesús envía a Sus discípulos delante de Él para cruzar el mar de Galilea mientras Él se retira a orar (vv. 22–23). Durante la noche, se levanta una tormenta violenta y los discípulos ven a Jesús caminando hacia ellos sobre el agua (vv. 24–26). Al principio están aterrorizados, pero pronto encuentran consuelo cuando Jesús les grita: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo” (v. 27) y sube a la barca con ellos.

Jesús ciertamente no promete la ausencia de tormentas, pero Su presencia nos asegura que nunca estaremos solos al enfrentarlas. Mientras navegamos por los desafíos de la vida, recordemos las palabras del Salmo 46:1: “Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestra segura ayuda en momentos de angustia”. A pesar de las condiciones adversas, la presencia de Dios es nuestro refugio y fortaleza. Podemos animarnos sabiendo que Él está con nosotros, ofreciendo Su voz reconfortante y Su presencia que nos guía en medio de las tormentas.

Este pasaje contiene otra de las cinco veces en el libro de Mateo donde Jesús caracteriza a los discípulos como de “poca fe” (v. 31). En esta ocasión es porque temen por Su seguridad a pesar de la presencia de Jesús y de su poca fe.

Recuerda que durante tus desafíos Jesús todavía te dice: “Soy yo”. Su presencia es todo lo que necesitas para aguantar las tormentas más intensas. Es más Jesús Se ofrece a subir al barco contigo.

• Sabiendo todo lo que había hecho Jesús, ¿por qué crees que los discípulos aún estaban aterrorizados? ¿Qué podemos aprender de este ejemplo?

Ora con nosotros

Dijiste a Tus discípulos durante la tormenta en el mar: “¡Ánimo!” (Mateo 14:27 RVC). Estamos escuchando, Señor. Qué alegría saber que estás con nosotros en las tormentas de la vida.