Lee Mateo 22:23–33
¿Alguna vez has intentado armar un mueble nuevo sin detenerte a leer el manual de instrucciones? Aunque al principio pueda parecer obvio, no hay nada más preocupante que llegar al final del proyecto con varias piezas sobrantes. Nadie quiere empezar de nuevo. Claramente, necesitabas más información.
En Mateo 22:23–33, Jesús confronta a los que no entendían algo importante. Los saduceos eran un grupo religioso rico y poderoso. Creían en la Torá, los primeros cinco libros de la Biblia, y enfatizaban el libre albedrío individual. Tampoco creían en la vida después de la muerte, por lo que su pregunta a Jesús fue deshonesta.
Los saduceos interrogaron a Jesús sobre el matrimonio con la esperanza de atraparlo (v. 23). Su pregunta reveló que no comprendían completamente lo que sucedía después de la muerte y cómo sería estar en la presencia de Dios por la eternidad. Jesús respondió afirmando la realidad de la resurrección y la eternidad de la presencia de Dios. Él corrige su malentendido afirmando: “Él no es Dios de muertos, sino de vivos” (v. 32). El apóstol Pablo aborda esta cuestión en 1 Corintios: “Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado” (15:13).
Los saduceos necesitaban orientación y claridad. La presencia de Dios no se limita a nuestra existencia terrenal; es perpetua y abarca tanto el ahora como lo eterno. Su presencia va más allá de nuestra comprensión temporal hacia una realidad eterna. Este conocimiento debe inspirarnos asombro, devoción y gozo y motivarnos a profundizar más en Su Palabra y buscar vivir con mayor plenitud en Su presencia.
Jesús criticó a aquellos que “desconocen las Escrituras y el poder de Dios” (v. 29). Nos recuerda que no debemos tomar a la ligera el privilegio que se nos ha dado de leer y aprender de la Palabra de Dios.
Ora con nosotros
Señor, es un gozo reflexionar en Tus palabras, que Tú eres el Dios de los vivos. Nos diste nueva vida en Ti y eternidad en Tu reino. Esta verdad nos motiva a profundizar en Tu Palabra dadora de vida.