Lee Mateo 28:1–10
¿Qué pasaría si de repente recibieras un mensaje de un ser querido que pensabas nunca volverías a ver? ¿Cómo reaccionarías? Ciertamente, sus palabras te impactarían por las buenas noticias y probablemente sentirías una gran alegría. Esto captura un pequeño fragmento de lo que las mujeres y los discípulos debieron haber sentido en Mateo 28 cuando experimentaron la poderosa presencia de su Señor resucitado.
Este mes nos hemos centrado en el tema de la presencia de Dios en el Evangelio de Mateo. Pero en un giro irónico, el tema de la presencia del Señor en este pasaje se destaca por Su ausencia. (v. 26) La ausencia del cuerpo de Jesús de la tumba no es sólo una poderosa demostración de la victoria del Señor sobre el pecado y la muerte, sino que también proporciona una valiosa lección sobre Su presencia.
María Magdalena y la otra María visitaron la tumba de Jesús al amanecer (v. 1). Para su sorpresa, un ángel del Señor estaba presente, habiendo quitado la piedra (v. 2). Era un lugar tan impactante que todos los presentes, incluidas no sólo las mujeres sino también los guardias romanos, temblaron de miedo (vv. 4–5).
Luego, el ángel les dio a las mujeres un mensaje que lo cambió todo: “No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde estaba” (v. 6). Podemos estar seguros de que las emociones chocaron en el corazón de estas mujeres: ¡Jesús, a quien amaban y creían haber perdido, estaba vivo! Angustiadas por el miedo y por una gran alegría, corrieron a dar la buena nueva a los discípulos (v. 8). Mientras huían del sepulcro el Señor se les apareció personalmente, y abrazaron Sus pies y le adoraron (v. 9).
La resurrección de Jesús es un poderoso recordatorio de la presencia de Dios. El Señor está con nosotros y Su presencia es nuestra principal fuente de esperanza, gozo y vida.
Ora con nosotros
Qué maravilloso, Señor, que Tu tumba vacía sea una manifestación más de Tu presencia con nosotros. Nos regocijamos por Tu victoria sobre el pecado y la muerte y esperamos ansiosamente Tu regreso. ¡Mantennos fieles, oramos!