Lee Mateo 11:25–30
Imagínate a alguien que se ha aventurado demasiado en el océano. La marea lo aleja cada vez más de la costa y lucha por mantener la cabeza fuera del agua. Agotado, asustado e incapaz de regresar a la playa, ve a un salvavidas que se lanza al agua nadando hacia él, listo para rescatarlo y llevarlo sano y salvo a la orilla.
En Mateo 11:28, Jesús les habla a los cansados y exhaustos diciendo: “Vengan a mí . . . y les daré descanso”. Pero justo antes de que Jesús haga esta invitación, Mateo muestra a Jesús describiendo a los discípulos como de Su círculo íntimo, aquellos a quienes el Hijo eligió revelarse (v. 27). Jesús sabía que vivir como Sus discípulos no siempre sería fácil. Sus seguidores no serían comprendidos ni apreciados y seguir a Jesús por fe crearía todo tipo de dificultades.
En respuesta a esas luchas, Jesús invitó a los discípulos, y a nosotros también, a encontrar descanso en Él mismo. Jesús no invita a los “sabios e instruidos” a venir a Él (v. 25), sino a aquellos que se sienten abrumados y arrastrados por las corrientes de la vida. Jesús no sólo ofrece rescate y seguridad, sino verdadero descanso (v. 28).
La presencia de Jesús ciertamente no nos hace inmunes a las luchas, pero sí nos promete consuelo y descanso durante nuestras pruebas. Su sola presencia proporciona un refugio donde podemos dejar nuestras cargas pesadas y recuperar el aliento. Una vez que aceptamos la invitación de Jesús a encontrar descanso en Él, y entregarle nuestras cargas, experimentamos una paz profunda que sólo Él puede darnos. No importa cuán pesadas sean nuestras cargas, podemos encontrar descanso en Su presencia y ayudar a otros a hacer lo mismo.
Ora con nosotros
En nuestro cansancio y desánimo recordamos Tus palabras: “Vengan a mí . . .” (Mateo 11:28). Compartimos nuestras cargas contigo hoy y encontramos descanso en Tu presencia, Señor. “Los que confían en el SEÑOR renovarán sus fuerzas” (Isaías 40:31).