Lee Génesis 26:1–5
Cuando una pareja se casa, promete amarse, honrarse y ser fiel el uno al otro “hasta que la muerte los separe”. Qué tan bien cumplan esas promesas tiene un efecto decisivo en su relación. Si esas promesas no se cumplen, su relación lo resiente.
Génesis 26 comienza con la frase: “En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región” (v. 1). Las hambrunas eran comunes en la antigua Canaán, pero eso no las hacía menos intolerables. El hambre llevó a la gente a desarraigar sus vidas en busca de alimentos. En esa parte del mundo, la mayoría de la gente sobreviviría yendo a Egipto. Gracias a las inundaciones del río Nilo, Egipto no dependía de la lluvia para sus cultivos y a menudo estaba a salvo del hambre.
Isaac viajó a Guerar en busca de comida. Tal vez iba a Egipto ya que Guerar estaba en camino. Ahí, el Señor se le apareció y le advirtió: “No vayas a Egipto” (v. 2). Isaac no debía confiar en su capacidad ni en la sabiduría del mundo para sobrevivir esta hambruna, sino en Dios. Esta es la primera vez en la Biblia donde Dios le dice a alguien: “Yo estaré contigo” (v. 3). Dios afirmó la promesa que le hizo a Abraham de multiplicar la descendencia de Isaac y darles la tierra de Canaán (vv. 3–4). Dios llamó a Isaac a creer y confiar en Su promesa, tal como lo había hecho Su padre (v. 5).
Dios ha prometido estar con Sus hijos hoy (Mateo 28:20). Él ha prometido que, si tenemos fe en lo que Jesús ha hecho por nosotros, podremos ser perdonados y tener vida eterna con Él (Juan 3:16).
Ora con nosotros
Señor Dios, has sido fiel a Abraham, Isaac y Jacob. Les enseñaste a confiar en Ti y no en sus habilidades o en la sabiduría del mundo. Te agradecemos que de la misma manera enseñas y guías a Tu pueblo hoy.