Al quedarse en la última planta del edificio, José Ramón derribó muretes para unir apartamentos. Por un lado se podría vislumbrar la Sierra de Guadarrama y al otro la Iglesia de la Concepción. José Ramón se habituó a visitar la Iglesia próxima unas para pedir perdón, para reclamar algún consejo o para desahogarse frente al confesionario.
A su madre le preocupa que su hijo vaya a la Iglesia entre semanas y a horas tan extrañas. Por muy católico y practicante que sea, ese tipo de actuación confunde a la madre... ¿Es una manía? ¿U oculta algo?