Acostumbrada a mirarle desde pequeña como un hermano, cuando Fernando le dedicaba un piropo unas veces lo tomaba con broma y otras como elogio fraternal. Se reía y contestaba en tono festivo. Halagada sí, pero como si eso mismo se lo dijera Eugenia. Cómo iba a imaginarse ella otra cosa.
Ella le quería como a un hermano, no como su cuñado, pero ella pensaba que él también la vería como una hermana o hija pequeña.