Tudor estuvo lejos de su familia hasta la primavera de 1944. Cuando volvió, la situación había cambiado prometedoramente: los avances del ejército ruso hacia las fronteras de Rumanía, los sabotajes y el sentimiento antinazi permitían confiar en el futuro.
De todo esto, hablaba con María mientras Petre, seis años recién cumplidos, le contemplaba fijamente como si no estuviera convencido del todo de que aquel hombre era su padre. Tudor tiene que volver a irse durante la noche.