Un nuevo estudio recién publicado en 'The Astrophysical Journal' por un equipo de investigadores capitaneado por Katherine Chworowsky, de la Universidad de Texas en Austin, le acaba de dar un auténtico balón de oxígeno a la vieja teoría del origen del Universo: algunas de esas primeras galaxias son, de hecho, mucho menos masivas de lo que parecían al principio. Y la 'culpa' de que nos parecieran mucho más grandes y pesadas la tienen los agujeros negros centrales de algunas de ellas, que hacen que parezcan mucho más grandes y brillantes de lo que realmente son.