Cuando como papás o profesores, calificamos de malos o torpes a los hijos cuando cometen un error, nuestros repetidos mensajes directos o subliminales, llegarán a convencer al niño de que él no es capaz de hacer las cosas bien y se volverá inseguro.
¿Cuántas veces, sin darnos cuenta o sin saber el daño que les causa, lo hacemos?