Es increíble como los seres humanos necesitamos pasar por una experiencia traumática para apreciar y valorar lo que tenemos; comenzando por la propia vida. En un instante, todo lo que parece felicidad, puede cambiar por completo.
Ojalá que los seres humanos no tuviéramos que pasar por experiencias amenazadoras para valorar, apreciar y agradecer a quienes tengamos que hacerlo, por las bendiciones en nuestra vida. El reto ahora, es que el aprecio no sea pasajero, sino hacerlo un hábito; y todas las noches antes de dormir, agradecer el simple hecho de estar vivos.