El 31 de diciembre se confirmó que los restos humanos aparecidos en una zona pantanosa de Taura, en Ecuador, eran de Steven Medina, Nehemías Arboleda y los hermanos Ismael y Josué Arroyo. Los cuatro tenían entre 11 y 15 años, eran afroecuatorianos y de una de las zonas más pobres de la ciudad de Guayaquil. En el crimen están implicados a través de testigos y de cámaras de videovigilancia varios soldados, aunque el Ejército no ha reconocido nada. El presidente del gobierno, Daniel Noboa, ni siquiera ha dado el pésame a las familias.
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