Lee Mateo 25:31–46
De acuerdo con el diccionario la generosidad se define como: “la actitud que tiene una persona cuando actúa de forma desinteresada por el bien de otra. Es una acción voluntaria que supone dar u ofrecer algo al prójimo y que está íntimamente relacionada con la bondad, ya que quien la ejerce no espera nada a cambio”.
La generosidad, especialmente en el momento oportuno, es digna de alabanza a los ojos de Dios. Después de todo, la fe debe ir acompañada de buenas obras sino ¿de qué sirve (Santiago 2:14–17)? En la parábola de hoy, el Hijo del Hombre, como rey y juez, separa a las verdaderas (ovejas) de los falsos creyentes (cabras) (vv. 31–33; véase también Mateo 13:24–30). ¿Qué estándar usa? El servicio práctico.
Lo que distingue a las ovejas de las cabras es simplemente lo que hicieron o no hicieron (vv. 34–36, 41–43). Las buenas obras mencionadas son alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, recibir a los extraños (es decir, mostrar hospitalidad), vestir al desnudo, cuidar a los enfermos y visitar al prisionero. Las ovejas mostraron compasión en acción por los necesitados; las cabras no. Estas seis acciones son ejemplos, no una lista completa. Cada uno de ellos sigue siendo algo que podemos hacer hoy.
Por supuesto, Jesús no estaba diciendo que la salvación es por obras. Sabemos que la salvación es por gracia mediante la fe, seguida de buenas obras (Efesios 2:8–10). La parábola tiene un punto limitado y no es una declaración doctrinal completa. La cuestión es simplemente que un árbol se conoce por su fruto (Mateo 7:17–20). Ambos grupos actúan sorprendidos para que el Rey pueda explicar: Las buenas obras hechas con fe por un hermano creyente son tan significativas como si hubieran sido hechas por Cristo mismo (vv. 40, 45).
Ora con nosotros
Santo Dios, gracias por el recordatorio de la lectura de hoy sobre alimentar a los hambrientos, mostrar hospitalidad, ayudar a los pobres y visitar al prisionero. Equípanos para el servicio generoso y desinteresado de Tu reino.