Lee 2 Samuel 6:1–15
La mayoría de nosotros nos sentimos atraídos por cualquier cosa nueva: una casa o un automóvil, el último teléfono inteligente, tal vez incluso un pensamiento o una práctica moderna. Y si bien una nueva idea o método puede tener valor, también puede haber peligro si está en oposición a la Palabra de Dios.
Al recuperar el arca de Dios de manos de los filisteos, David y algunos hombres jóvenes y capaces (v. 1) colocaron el arca en un carro nuevo para transportarla de regreso a Jerusalén (v. 3). Pero mientras adoraban al Señor con música (v. 5), el pueblo olvidó algo: la ley de Dios. En generaciones pasadas, Dios había instruido a Su pueblo a través de Moisés a transportar el arca sobre sus hombros (Números 7:9; 1 Crónicas 15:15). E incluso antes de que los bueyes tropezaran y Uza tomara la decisión fatal de poner su mano en el arca (v. 6), David y sus jóvenes usaron una idea y un método nuevo en lugar de honrar a Dios y Su Palabra.
Fue necesaria la muerte de Uza y la bendición de Dios en la casa de Obed Edom durante tres meses (v. 11) para que David recobrara el sentido. Esta vez se nos dice que llevaron el arca y con regocijo (v. 12). La obediencia gozosa hizo que David adorara en espíritu y en verdad: mediante ofrendas de sacrificio y danzas delante del Señor con todas sus fuerzas con sonidos de trompetas y alabanza (vv. 12–14).
Porque “¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su Lugar Santo?
Solo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos” (Salmos 24:3–4). Mientras cantamos al Señor: “crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu firme dentro de mí” (Salmos 51:10).
Ora con nosotros
Dios todopoderoso, hoy clamamos a Ti junto con el salmista: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Salmos 51:10). Danos ojos para ver Tu fidelidad, Tu paciencia y Tu amor por nosotros.