Lee Josué 1:7–9
Jesús contó una parábola acerca de un hombre que edificó su casa sobre un fundamento de roca. Vino una tormenta, pero la casa se mantuvo firme. Otro hombre edificó su casa sobre un cimiento de arena. Cuando vino una tormenta, la casa se derrumbó. La primera casa es una imagen de un hombre sabio que “oye estas palabras y las pone en práctica” (Mateo 7:24). La segunda es una imagen de un hombre necio que oye las palabras pero no las pone en práctica (Mateo 7:24–27).
Si bien la lectura y el estudio de la Biblia son esenciales, no son suficientes. Deben ir acompañadas de obediencia (v. 7). Los israelitas (por segunda vez) estaban a punto de entrar en la tierra prometida. Josué enfrentó su primera gran prueba de liderazgo. Uno pensaría que el énfasis estaría en preparar a la nación para la batalla. En cambio, el Señor enfatizó: “Cuídate de cumplir toda mi ley” (v. 7 LBLA). Mantente en el camino, no te desvíes a la derecha ni a la izquierda. En términos de pacto, la obediencia conduce al éxito. Esto es lo que no habían podido hacer en la generación anterior.
Para promover la obediencia, Dios también ordenó a Josué que saturará su mente y su corazón con las Escrituras: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche” (v. 8 LBLA). “De tu boca” incluye leer en voz alta y recitar. Mientras que la meditación oriental a menudo se enfoca en vaciar la mente, la meditación piadosa llena la mente con la Palabra de Dios.
La exhortación general es “sé fuerte y valiente” (vv. 7, 9 LBLA). La fuerza aquí no es militar sino que significa “aferrarse firmemente”. Debemos creer que Dios hará lo que ha dicho que hará. Tal fe es fuerte y valiente en lugar de temerosa y desanimada porque estamos confiando en Dios y no en nosotros mismos. “Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas” (v. 9).