La cantautora Caroline Cobb basó esta letra en el Libro del Apocalipsis: “Veo una ciudad descender / Como una novia con el vestido más blanco, / Puramente vestida / Veo a los peregrinos regresando a casa / Toda la creación encuentra shalom; / El descanso prometido. He aquí, he aquí / Dios hace Su hogar con nosotros / Él tomará Su trono, para siempre glorioso / La maldición será deshecha / ¡Oh, ven, Señor Jesús, ven!”.
Un día todos usaremos las vestiduras del Cordero. A medida que continuamos nuestro peregrinaje a través de este mundo caído, anhelamos “ser revestidos de nuestra morada celestial”, una metáfora de nuestros cuerpos glorificados (2 Corintios 5:1–5; ver también 1 Corintios 15:35–44).
Apocalipsis 7 describe ese día bendito con olas de alabanza. La primera ola (vv. 9–10) presenta “una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas... vestidos de ropas blancas” y sosteniendo ramas de palma (en alusión a la entrada triunfal, ver Juan 12:12–16). Dirigidos por los mártires durante la tribulación (vv. 13–14), todos ellos son creyentes, incluyéndonos a nosotros. Nuestras túnicas blancas, lavadas en la sangre del Cordero, simbolizan la salvación, la pureza y la justicia. Nos alegramos: “¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!” (v. 10).
La segunda ola de adoración se expande para incluir a los ángeles, los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes (vv. 11–12). Responden con un séptuple “Amén” a la doxología de alabanza de la multitud.
Los mártires y toda la multitud de creyentes disfrutarán de la presencia de Dios por la eternidad (vv. 15–17). Le serviremos y seremos protegidos por Él. Nuestro sufrimiento llegará a su fin: Dios nos consolará y secará nuestras lágrimas (ver Isaías 25:8). Seremos pastoreados por el Cordero mismo y conducidos a “fuentes de agua viva”, es decir, a la vida eterna.
Ora con nosotros
Santo Cordero de Dios, Mesías, Jesús, esperamos con ansias el momento en que usaremos Tus vestiduras, en el que Tú secarás todas nuestras lágrimas. Gracias por Tu Espíritu y Tu Palabra que nos ayudan a vivir “bajo el sol” como ciudadanos de Tu reino.