Lee 2 Reyes 3
Una de las alegrías que tengo al servir en mi iglesia es tocar la música de preludio de las reuniones semanales de los viernes por la noche. Y aunque la gente recién esté llegando o todavía esté conversando, me esfuerzo por considerar esos pocos minutos en oración como una invitación a orar, a enfocar nuestras mentes y corazones antes de escuchar al Señor.
En 2 Reyes 3, vemos las circunstancias desesperadas de Josafat, uno de los reyes más justos en la historia de Judá. Mientras los moabitas se preparaban para atacar a Judá, Josafat unió fuerzas con los reyes de Israel y Edom. En ese momento crítico, se encontraron atrapados en el desierto sin agua para sus ejércitos y animales (v. 9).
Llamaron a un profeta llamado Eliseo. Nota las primeras palabras de Josafat acerca de este profeta: “La palabra del SEÑOR está con él” (v. 12 LBLA). Se nos dice que antes de encontrarse con Eliseo o de que sonara la música, la palabra del Señor, la presencia de Dios estaba con él. Esto nos recuerda que cuando adoramos con el pueblo de Dios o incluso en nuestros momentos privados, es Cristo y Su Palabra en quienes estamos llamados a permanecer.
En lugar de ofrecer consejo inmediato, Eliseo llamó a un arpista (o músico). ¿Por qué? Quizás le dio tiempo al profeta para consultar al Señor. Las Escrituras nos dicen que era un hombre de oración (2 Reyes 4:33). Pero tal vez fue porque Eliseo sabía que la música, cuando se dirigía al Señor y se usaba para Sus propósitos, podía ayudar a preparar su mente y su corazón para escuchar a Dios. Mientras el arpista tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo y le habló con un mensaje de esperanza y salvación para el pueblo de Dios.
Ora con nosotros
Salvador nuestro, muéstranos cómo preparar nuestros corazones y mentes para escucharte. Enséñanos, como le enseñaste a Eliseo, a convertirnos en personas de oración. Que la presencia de Tu Espíritu nos llene de vida y música.