La cruz, un símbolo universal con raíces antiguas, ha sido interpretada por diversas culturas a lo largo del tiempo. Desde el Ankh egipcio, que representaba la vida eterna, hasta la cruz latina del cristianismo, que simboliza el sacrificio y la resurrección de Cristo, este símbolo refleja la dualidad de vida y muerte, lo terrenal y lo divino. Su uso en religiones como el vudú o el satanismo refuerza su poder arquetípico, representando la unión de opuestos y resonando en el inconsciente colectivo.