Los que se acuestan y levantan tarde suelen ser vistos como “vagos”, “indisciplinados” e “inmaduros”. Los madrugadores, sin embargo, se ven como llenos de virtud. De hecho, el imaginario popular refleja esa actitud añadiendo el beneplacito divino con el conocido refrán: “a quien madruga Dios le ayuda." La pregunta desde el reverso sería, ¿qué les pasa a los que no madrugan? ¿Les ayuda Dios de la misma manera? El diario británico The Economist asegura que levantarse temprano aparentemente no es tan positivo como la mayoría cree. De hecho, el tempranero suele trabajar más, frecuentemente con la misma remuneración y satisfacción personal que el noctámbulo. El evangelio proyecta a Jesucristo como alguien que madrugaba cuando era oportuno, se mantenía activo hasta altas horas de la noche, y ofrecía el descanso que trae la confianza en Dios.