Asustadiza y protectora de lo suyo. Caótica en su pasear, igual pica de esto de aquí que de aquello de allí. Se mueven como a fotogramas. Ante la menor advertencia, el mínimo ruido o el más leve aviso amenazante de otro pájaro, la gallina sale cacareando despavorida. Eso, salvo que alguien ataque a su progenie, a los suyos: en ese caso, de repente se vuelve el ave más valiente y es capaz de plantarle cara hasta al gallo del corral.