Buscan camorra. De derechas, de izquierdas, de sectas diversas. Son fanáticos. Antes de las redes sociales eran conocidos como “troles”, seres anónimos que volcaban su odio en los comentarios de la red. Pero el trol no vuela, reclama carnaza. Solo quiere molestar y suele ocultarse detrás de cuentas falsas. A veces planea en círculos alrededor de una presa a la que intuye débil. En Twitter no se es nadie hasta conocer y sufrir a alguno, pero es fácil bloquearlos para evitar molestias.