La industria del videojuego llevaba una década cambiando el mundo y nadie esperaba que, en un país recién legado a la democracia, fuera a prender una mecha tan genuina. Una mecha en manos de un vendedor de enciclopedias a puerta fría, un ilustrador, unos hermanos en una buhardilla o varios compañeros de clase en el instituto... Ellos iniciarían la edad de oro del videojuego español.
En cuatro años, algunas de sus empresas pasan de fundarse a venderse por 125 millones de euros. En otros cuatro años, el tiempo devoraría un gigante con pies de barro.
Comienza la aventura sonora de la edad de oro del videojuego español.