El lateral vasco Asier del Horno fue propiedad del Valencia durante cinco temporadas, aunque en realidad se le recuerda más por su paso por la noche valenciana que por sus hazañas en el terreno de juego.

En un mundo como el del fútbol, en el que los libros son elementos ajenos, cuando no molestos, la figura de Andoni Zubizarreta se erige como un ejemplo de jugador con inquietudes culturales.

El delantero neerlandés Patrick Kluivert llegó al Valencia como estrella de un proyecto que aspiraba a volver a triunfar, pero, en solo un año, coleccionó más hazañas sexuales que futbolísticas.

El primer entrenador holandés que ha tenido el Valencia en su historia fue un enamorado de la dolce vita valenciana, que exprimió al máximo mientras dirigía un equipo que practicaba un fútbol tan bonito como poco efectivo.

El éxito inesperado del fichaje de Amedeo Carboni, un jugador de fútbol que llegó al Valencia a los 32 años, desafiando las expectativas de una jubilación tranquila en la ciudad, fue un punto de inflexión para el club. Carboni, el primer italiano en unirse al equipo, demostró un rendimiento excepcional, lo que impulsó al club a buscar más talento italiano. A lo largo de más de 20 años, el Valencia ha sido hogar de numerosos jugadores del fútbol italiano, a pesar de las dificultades históricas de adaptación de los italianos al fútbol español. La temporada 2004-2005 marcó un hito cuando el Valencia aceptó recibir futbolistas italianos como pago por una deuda pendiente de la Lazio. Este acuerdo incluyó a Bernardo Corradi, Marco Di Vaio y Stefano Fiore, junto con Emiliano Moretti del Bolonia. Aunque Moretti dejó una impresión positiva, los otros tres no cumplieron con las expectativas. Corradi, conocido por su historial goleador en Italia, tuvo un papel limitado como sustituto. Di Vaio, procedente de la Juventus, luchó por encontrar su lugar en el equipo y finalmente se marchó tras una temporada. Fiore, persistente pero lento y limitado por lesiones, se convirtió en una carga para el club durante tres años, sin lograr destacar en el campo. Estos fichajes italianos marcaron una era de decepción para el Valencia, con Fiore como el último en partir tras varios intentos fallidos de deshacerse de él. Sin embargo, estos fracasos no desalentaron al club, que años después se aventuró nuevamente en el mercado italiano con el fichaje de Francesco Tabano. Tabano, procedente del Empoli, resultó ser otro fracaso, lo que llevó al Valencia a esperar más de una década antes de considerar nuevamente jugadores italianos. En resumen, a pesar del éxito inicial de Carboni, los intentos posteriores del Valencia de reclutar talento italiano resultaron en decepciones constantes. La llegada de Corradi, Di Vaio, Fiore y Tabano no solo no cumplió con las expectativas, sino que también generó una sensación de desconfianza hacia los futbolistas italianos en el club. Este período oscuro en la historia del Valencia sirvió como una lección sobre la importancia de la adaptación y la selección cuidadosa de jugadores extranjeros.

Muñoz Pérez, la gran perla de la cantera del Málaga en los años 80, aterrizó en un Valencia en crisis, pasó por el club sin pena ni gloria y, para asombro general, acabó fichando por el Real Madrid. 

En el verano de 1995, el Valencia fichó a Paulo Sergio Rosa Viola por 500 millones de pesetas (unos 3 millones de euros). Viola, delantero del Corinthians y campeón del mundo con Brasil, llegaba como la esperanza de mejorar la delantera junto a Pella Miyake. Sin embargo, dos meses después, el club buscaba deshacerse de él debido a su falta de adaptación y problemas con el presidente.

El día de los atentados terroristas a las torres gemelas de Nueva York, el Valencia viajó a una ciudad remota de Rusia a jugar un partido de la Copa de la UEFA. Los futbolistas aportaron sus soluciones para librarse de una guerra que creían inminente.

La llegada de Salva Ballesta al Valencia CF en el verano de 2001 marcó un hito en la historia del club, ya que el jugador representaba claramente el ideario político de la extrema derecha. Con un historial destacado como goleador en el Racing de Santander y el Atlético de Madrid, Ballesta inició su carrera en el Valencia como titular bajo la dirección de Rafa Benítez. Sin embargo, a medida que avanzaba la temporada, su presencia en el equipo se fue reduciendo gradualmente, reflejando una pérdida de confianza por parte del entrenador.

La noticia de que el jugador portugués del Valencia CF había jugado con el peroné roto durante 75 minutos en un partido anterior conmocionó al mundo del fútbol, alimentando la percepción de que era un superhéroe dotado de un "arma mágica".

Los seis meses en los que Ronald Koeman pasó en el banquillo valencianista son probablemente los más tortuosos de la historia reciente del club, aunque dejaron en las vitrinas una Copa del Rey.

La década de los 90 del siglo pasado se distinguió por ser una era salvaje en la historia del fútbol español, un período donde la violencia y los escándalos eran moneda corriente tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Estos años estuvieron marcados por una serie de incidentes barriobajeros, con peleas y enfrentamientos protagonizados por jugadores, directivos y aficionados, que generaban un clima de tensión constante en el mundo del fútbol. Los despachos de los clubes estaban poblados por figuras oscuras, ávidas de lucro rápido, mientras que las plantillas de los equipos estaban integradas por futbolistas que, en muchos casos, no habrían desentonado en películas de gánsteres. Esta década fue testigo de la presencia de personajes controvertidos como Jesús Gil, Manuel Ruiz de Lopera y José María Caneda, cuyas acciones contribuyeron a alimentar el caos y la discordia en el mundo del fútbol español. Las rivalidades entre clubes se trasladaban fuera del campo, manifestándose en peleas y altercados en los palcos de los estadios. Incidentes como la pelea a puñetazos entre Jesús Gil y José María Caneda a las puertas de la sede de la Liga de Fútbol Profesional eran comunes y se convertían en titulares de los noticiarios televisivos. Dentro del terreno de juego, también se vivían situaciones de violencia y agresiones, que iban desde la agresión de un jugador a un árbitro hasta el lanzamiento de objetos contundentes desde las gradas. Estos actos no siempre eran castigados de manera adecuada, lo que contribuía a perpetuar un clima de impunidad y falta de respeto hacia las normas. El Valencia CF, uno de los equipos más emblemáticos del fútbol español, no escapó a esta atmósfera de caos y confrontación. Durante tres años y medio, el club estuvo bajo el mandato de Paco Roig, cuya gestión estuvo marcada por la polémica y el conflicto. Un episodio destacado ocurrió en 1994, cuando el delantero Lubo Penev anunció que padecía cáncer testicular, lo que lo apartó de los terrenos de juego durante meses. A pesar de su valentía y su lucha contra la enfermedad, Penev dejó el club en medio de acusaciones contra Roig por su supuesta mala gestión. La partida de Penev fue solo uno de los muchos incidentes que marcaron la historia del Valencia en los años 90. Otro episodio memorable ocurrió en un partido contra el Atlético de Madrid, donde se produjo un altercado en el palco VIP entre Penev y Roig, que terminó con el presidente valencianista herido y el jugador apenas afectado. Estos eventos reflejaron el clima de turbulencia y descontrol que predominaba en el fútbol español en esa época. La década de los 90 quedó grabada como una de las más tumultuosas en la historia del deporte español, dejando una huella indeleble en la memoria de los aficionados y marcando un antes y un después en la percepción del fútbol como un espectáculo deportivo.

En el verano de 2000, el Valencia FC traspasó a su destacada estrella, Claudio López, a la Lazio por la impresionante suma de 23 millones de euros. Este movimiento se produjo tras una temporada brillante en la que el equipo logró llegar a la final de la Liga de Campeones. Sin embargo, en lugar de fichar a un delantero de élite para reemplazar al "Piojo" López, el club optó por contratar a dos atacantes de nivel medio. Esta decisión desconcertó a muchos, ya que la lógica convencional sugiere que la calidad de un jugador sobresaliente supera la de dos jugadores promedio. Parte de los fondos obtenidos por la venta de Claudio López fueron destinados a la adquisición del uruguayo Diego Alonso y del noruego John Carew. La llegada de Carew supuso una sorpresa para muchos aficionados, ya que rompía con los estereotipos asociados a los futbolistas noruegos. A diferencia de lo que se esperaba, Carew no encajaba en el cliché de ser rubio y de piel blanca. Ya se le había visto vistiendo la camiseta del Rosenborg BK en temporadas anteriores. A pesar de su físico imponente, Carew no era el típico delantero centro experto en remates de cabeza y oportunista en el área. Más bien, destacaba por su rapidez y potencia, aunque carecía de precisión en el remate final. A pesar de no ser titular indiscutible, dejó su marca en el Valencia, anotando goles decisivos, como el que eliminó al Arsenal en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Fuera del terreno de juego, Carew era conocido por su personalidad peculiar y su gusto por la vida nocturna. Pasaba tiempo en el pub musical "Indiana" y frecuentaba el restaurante "Pavarotti". Sin embargo, procuraba evitar la presencia de los periodistas, prefiriendo la discreción en su vida privada. En su última temporada en el Valencia, Carew solicitó ser llamado "Alieu" en honor a su abuelo, resolviendo así el problema de pronunciación que enfrentaban los periodistas deportivos. Después de un breve paso por la Roma, fue cedido al Besiktas y luego emprendió un curioso periplo por varios equipos y países. Fuera del mundo del fútbol, Carew encontró éxito como actor después de su retiro. Debutó en la pantalla en el thriller canadiense "Dead of Winter" y posteriormente protagonizó la serie "Home Ground". También tuvo un papel en "Maléfica: Maestra del Mal", demostrando su versatilidad en diferentes géneros cinematográficos. La historia de John Carew en el Valencia FC es un ejemplo de cómo un jugador puede trascender los estereotipos y encontrar éxito tanto dentro como fuera del campo de juego. Su carrera futbolística y su posterior incursión en el mundo del cine destacan su capacidad para adaptarse y sobresalir en diferentes ámbitos.

En la historia del Valencia hay un capítulo escrito con letra pequeña reservado a aquellos futbolistas que se criaron en la cantera del club pero triunfaron en otros equipos. Son los jóvenes ocultos de la memoria valencianista

Probablemente el entrenador más influyente de la historia del Valencia haya sido Alfredo Di Stéfano, cuyas tres etapas en el banquillo valencianista se saldaron con éxitos, fracasos y decenas de anécdotas divertidas.

En septiembre de 1982 hubo un partido entre Valencia y Manchester United que se dio en un contexto de descontento social británico y auge del movimiento hooligan. El partido, marcado por el dominio inicial del United, se vio empañado por la conducta de los hooligans, quienes, ante el empate del Valencia, protagonizaron desmanes en las gradas. La intervención de la policía desató una batalla desigual, mientras el resto del estadio observaba el espectáculo con asombro. En medio del caos, se anotó un gol que, para sorpresa de muchos, no fue visto por nadie, pero que fue celebrado como un triunfo. Este episodio, aunque olvidado por la prensa, marcó un hito en la historia del fútbol.

En enero de 1976, José Ramos Costa asumió la presidencia del Valencia, prometiendo un equipo mejor tras una crisis deportiva. Fichó a Carlos Martínez Duarte por 60 millones de pesetas, estableciendo una política deportiva ambiciosa. Conocido como Diarte, el delantero paraguayo generó gran expectación con 11 goles en siete jornadas. Sin embargo, su rendimiento decayó debido a su vida nocturna, agravado por una lesión en la rodilla durante un partido contra el Sevilla. A pesar de ello, contribuyó a la histórica eliminación del Barcelona en la Copa del Rey. Después de su retiro, incursionó en la poesía y el entrenamiento, siendo seleccionador nacional de Guinea Ecuatorial hasta su fallecimiento en 2011.

En noviembre de 1996, el Valencia presidido por Paco Roig destituyó a Luis Aragonés, apenas seis meses después de que el técnico madrileño lograra el subcampeonato de Liga con un equipo hecho de retazos. La decisión se debió a desavenencias personales entre ambos, y Roig optó por Jorge Valdano como su sucesor.

El mejor fichaje de la historia del Valencia en el mercado de invierno. Un tipo extraño, poco hablador y con una contradictoria trayectoria en el club blanquinegro.

La música valenciana resuena en Mestalla gracias a cientos de bandas de música que amenizan los prolegómenos y los descansos de los partidos. Estas bandas, dirigidas por un señor con un puro, llenaban el estadio con sus melodías y contribuían a la atmósfera única del lugar.

El mejor ejemplo de que los delanteros brasileños deben ser negros lo encontramos en dos futbolistas que llegaron al Valencia a finales del siglo pasado y que recordamos más por anécdotas que por su desempeño en el campo: Toni "Lambada" y Leandro Machado.

La temporada 1982-83 fue un momento crucial para el Valencia Club de Fútbol. En ese año, el equipo vivió uno de sus mayores milagros al salvarse del descenso en la última jornada. En medio de este contexto, un joven de 18 años, formado en la cantera del Mestalla, tuvo la oportunidad de debutar con el primer equipo: Fernando Giner. "El Chufa" no solo era un defensor sólido, sino también un bromista en el equipo. Durante su tiempo en el club, sus gamberradas suaves y divertidas se han convertido en parte de la historia.