Era un hombre de negocios, referente político y solidario de su comunidad. En el ala pediátrica de los hospitales lo conocían como Pogo porque según él, los Payasos pueden salir impunes. Su fachada de hombre casado que se codeaba con la élite de la política, ayudó a que nadie imagine que era un delincuente sexual que escaló hasta matar 33 adolescentes que tenían un futuro. Era un mentiroso manipulador que declaró que las víctimas eran estafadores callejeros y se habían suicidado porque habían vendido sus cuerpos por 20 dólares. Dijo que prestaba un servicio a la sociedad al deshacerse de basura humana, concretamente de gigolós homosexuales. Fuente: Judicial y Sam Amirante