Un delincuente sexual y asesino fetichista, el Coronel Russell Williams. Un hombre que aparentemente estaba felizmente casado y quien tenía el reconocimiento de la fuerza aérea de Canadá, estaba a cargo de pilotear los vuelos para llevar a funcionarios del gobierno, militares de alto rango y hasta la realeza británica. Pero a escondidas tenía una compulsión grave y oscura que colonizaba su cabeza y que lo hacía fotografiarse, como si se vistiera con la piel de sus víctimas.