El mandamiento ancestral a Israel fue el de “ser fructíferos y multiplicarse”. Luego de ser influenciados por culturas idólatras, muchos cayeron en las atrocidades de ofrecer a sus propios hijos en el fuego de dioses paganos. Viviendo milenios más tarde de aquellos tiempos, hoy en día millones de niños siguen siendo sacrificados. Aquellos que dictan las políticas y buscan manipular el curso de la historia están vehementemente en oposición a que la población continúe creciendo. De alguna manera llegaron a convencer a la mitad de la población que es una buena idea el acabar con una vida por nacer. El bien y el mal se enfrentan en una batalla decisiva que determinará el futuro de la humanidad.