En el judaísmo, las profecías mesiánicas se centran en la llegada de un futuro Mesías, un descendiente de la línea de David, quien será un líder y liberador del pueblo judío. El Mesías traerá la paz y la justicia, reunirá a todas las tribus de Israel y reconstruirá el Templo en Jerusalén.
El enfoque está en la redención nacional y la restauración de la soberanía judía en la tierra prometida. Por otro lado, en el cristianismo, se cree que Jesús es el cumplimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Los cristianos ven en Jesús al Mesías prometido que trasciende las expectativas judías. Jesús se considera el Hijo de Dios y el Salvador del mundo, quien vino a cumplir la obra redentora a través de su muerte y resurrección. Se enfatiza su papel como el Mesías espiritual, que trae salvación y reconciliación con Dios, más allá de la restauración política o nacional.