En medio de la polémica por la designación de Rubén Uñac como candidato a gobernador de San Juan, en reemplazo de su hermano Sergio, le pregunté al hoy candidato vencedor de la oposición Marcelo Orrego, si no lo sorprendía que el gobernador pusiera a su hermano.



Para mi sorpresa a Orrego no lo sorprendió ni lo incomodó lo que era un claro acto de nepotismo: pasar el poder a un familiar, que aunque detentara una banca en el senado seguía siendo un familiar. Más sorprendente fue una de las primeras alocuciones del hermano designado a dedo.



Claramente, los sanjuaninos no perdonaron la descarada sucesión por prerrogativa de sangre y Orrego dio el batacazo.

Uno no puede afirmar taxativamente que ese haya sido el motivo, pero sí es uno de los motivos, que se suman al cambio de sistema electoral, a los intentos de forzar la constitución para permanecer en el poder y a las ínfulas personalistas del gobernador que a pesar de no poder competir seguía apareciendo como una esfinge en la boleta donde lo sucedía su hermano.

En estos días muchos se empeñan en decir que la gente que vota peronismo no cambia su voto. Chaco y San Juan lo desmienten. En la primera fue indudable el efecto del crimen de Cecilia, aunque falta todavía la elección definitiva porque fueron las PASO. En San Juan, que termina con 20 años de hegemonía peronista aparece una sociedad que registró negativamente el desafío institucional de quedarse en el poder para siempre. Porque en eso hubiera derivado el ardid de reinterpretar la constitución.

Es más, la elección sanjuanina es también la primera luego del cierre de listas y con candidatos puestos a nivel nacional. Indirectamente puede leerse que Massa, anoche, como candidato presidencial no tuvo nada que festejar.

La subestimación de los electorados puede provocarle un chubasco a más de uno. Los electorados cautivos como el de Formosa, no son la regla. Y nadie es dueño de los votos.

Pero esto también debe tenerlo presente la oposición. Porque los votantes, y más en tiempos de crisis, no dan cheques en blanco ni créditos demasiado largos. La confianza es cortita y debe renovarse con hechos.

Es muy impresionante ver cómo en el peronismo intentan mostrarse como la Familia Ingalls a los abrazos después de sacarse los ojos y creen que la sociedad va a comprar fácilmente esa comedia de falsedades. Es claro que Sergio Massa sabe que la transferencia de los votos de Cristina no es directa y para peronizarse sumó incluso a Daniel Scioli con quien todo el mundo sabe que se detestan por una larga rivalidad.

Sin embargo ese no es su principal problema. El ministro Sergio Massa, que actúa virtualmente como presidente, hoy cumple 11 meses en Economía y en estos 11 meses empeoró todo. La inflación, la pobreza y la escasez de dólares. El que no cumplió con nada de lo que prometió sale con patente de candidato a decir que Massa como presidente solucionará lo que Massa no solucionó como ministro. El primer rival de Massa es Massa. Sólo la decadencia de liderazgo del kirchnerismo y su incapacidad para producir un heredero de fuste político puede explicar que el candidato sea el mismo que ostenta los tres dígitos de inflación en su record como ministro.

Pero volviendo al ejemplo de San Juan, para todos los que pregonan que la gente es mansa y obedece, que no le importa ver cómo dicen una cosa el viernes y otra el lunes, cómo se odian ayer y se abrazan mañana, o que le da igual si manosean las reglas, o ponen con el dedo a familiares, o desprecian el sufrimiento de las víctimas y piensan que igual se salen con la suya, ahí tienen un ejemplo.

Vivimos una crisis que el gobierno se empeña en negar. Quizás sea fácil negar en los discursos buscando números favorables. Pero los ninguneos del sufrimiento se reciben como cachetazo ahí abajo donde la vida se ha vuelto agónica. En solo doce meses son 2 millones 700 mil los nuevos pobres y llegan a 18 millones y medio los argentinos que viven en la pobreza.  En tiempos de crisis, la sociedad se vuelve más realista a fuerza de padecimientos. Menos permeable al verso e incluso a la dádiva. El relato no sólo no es creíble porque lo desmiente la realidad, sino que se convierte en la peor forma de subestimación.

En medio de la polémica por la designación de Rubén Uñac como candidato a gobernador de San Juan, en reemplazo de su hermano Sergio, le pregunté al hoy candidato vencedor de la oposición Marcelo Orrego, si no lo sorprendía que el gobernador pusiera a su hermano.
 
Para mi sorpresa a Orrego no lo sorprendió ni lo incomodó lo que era un claro acto de nepotismo: pasar el poder a un familiar, que aunque detentara una banca en el senado seguía siendo un familiar. Más sorprendente fue una de las primeras alocuciones del hermano designado a dedo.
 
Claramente, los sanjuaninos no perdonaron la descarada sucesión por prerrogativa de sangre y Orrego dio el batacazo.
Uno no puede afirmar taxativamente que ese haya sido el motivo, pero sí es uno de los motivos, que se suman al cambio de sistema electoral, a los intentos de forzar la constitución para permanecer en el poder y a las ínfulas personalistas del gobernador que a pesar de no poder competir seguía apareciendo como una esfinge en la boleta donde lo sucedía su hermano.
En estos días muchos se empeñan en decir que la gente que vota peronismo no cambia su voto. Chaco y San Juan lo desmienten. En la primera fue indudable el efecto del crimen de Cecilia, aunque falta todavía la elección definitiva porque fueron las PASO. En San Juan, que termina con 20 años de hegemonía peronista aparece una sociedad que registró negativamente el desafío institucional de quedarse en el poder para siempre. Porque en eso hubiera derivado el ardid de reinterpretar la constitución.
Es más, la elección sanjuanina es también la primera luego del cierre de listas y con candidatos puestos a nivel nacional. Indirectamente puede leerse que Massa, anoche, como candidato presidencial no tuvo nada que festejar.
La subestimación de los electorados puede provocarle un chubasco a más de uno. Los electorados cautivos como el de Formosa, no son la regla. Y nadie es dueño de los votos.
Pero esto también debe tenerlo presente la oposición. Porque los votantes, y más en tiempos de crisis, no dan cheques en blanco ni créditos demasiado largos. La confianza es cortita y debe renovarse con hechos.
Es muy impresionante ver cómo en el peronismo intentan mostrarse como la Familia Ingalls a los abrazos después de sacarse los ojos y creen que la sociedad va a comprar fácilmente esa comedia de falsedades. Es claro que Sergio Massa sabe que la transferencia de los votos de Cristina no es directa y para peronizarse sumó incluso a Daniel Scioli con quien todo el mundo sabe que se detestan por una larga rivalidad.
Sin embargo ese no es su principal problema. El ministro Sergio Massa, que actúa virtualmente como presidente, hoy cumple 11 meses en Economía y en estos 11 meses empeoró todo. La inflación, la pobreza y la escasez de dólares. El que no cumplió con nada de lo que prometió sale con patente de candidato a decir que Massa como presidente solucionará lo que Massa no solucionó como ministro. El primer rival de Massa es Massa. Sólo la decadencia de liderazgo del kirchnerismo y su incapacidad para producir un heredero de fuste político puede explicar que el candidato sea el mismo que ostenta los tres dígitos de inflación en su record como ministro.
Pero volviendo al ejemplo de San Juan, para todos los que pregonan que la gente es mansa y obedece, que no le importa ver cómo dicen una cosa el viernes y otra el lunes, cómo se odian ayer y se abrazan mañana, o que le da igual si manosean las reglas, o ponen con el dedo a familiares, o desprecian el sufrimiento de las víctimas y piensan que igual se salen con la suya, ahí tienen un ejemplo.
Vivimos una crisis que el gobierno se empeña en negar. Quizás sea fácil negar en los discursos buscando números favorables. Pero los ninguneos del sufrimiento se reciben como cachetazo ahí abajo donde la vida se ha vuelto agónica. En solo doce meses son 2 millones 700 mil los nuevos pobres y llegan a 18 millones y medio los argentinos que viven en la pobreza.  En tiempos de crisis, la sociedad se vuelve más realista a fuerza de padecimientos. Menos permeable al verso e incluso a la dádiva. El relato no sólo no es creíble porque lo desmiente la realidad, sino que se convierte en la peor forma de subestimación.

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