El 22 de febrero de 2014, Joaquín “El Chapo” Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo, fue capturado en Mazatlán y trasladado al penal de máxima seguridad del Altiplano. Sin embargo, su mente ya planeaba la fuga más audaz en la historia criminal de México. Con la ayuda de su esposa Emma Coronel y sus hijos, organizó la construcción de un túnel de más de un kilómetro y medio que conectaba directamente con su celda. A través de un reloj con GPS y una compleja red de distractores, el capo logró evadir los sistemas de vigilancia y escapar por la regadera de su celda el 11 de julio de 2015.

El escape, digno de una película, puso en ridículo al gobierno mexicano y reveló el poder y la influencia del Cártel de Sinaloa. Aunque “El Chapo” logró disfrutar unos meses de libertad, fue recapturado en enero de 2016 y finalmente extraditado a Estados Unidos en 2017, donde fue condenado a cadena perpetua en la prisión más segura del país. Esta es la historia real de cómo un túnel, una moto y una increíble coordinación familiar burlaron a todo un sistema penitenciario.