Nuestros protagonistas llegan por fin a Marraketch. Sospechan de todo el mundo, cualquiera puede ser un policía. El hombre del mostrador de la recepción del hotel tiene la misma pinta que el recepcionista del hotel de Tánger... ¿les estará vigilando a cada paso que dan?
En los pasillos de cada planta también parece hay vigilancia, fijan su mirada en extranjeros pero también en los marroquíes. Mantienen el orden y se aseguran de que no entren prostitutas a las habitaciones.
Por otro el joyero está a punto de embarcar de su vuelo sin tener ni idea de lo que está a punto de ocurrir.