La expedición cree haber encontrado el ansiado paso cuando la costa que iban siguiendo desde Brasil con rumbo sur comienza a escorar su perfil a poniente. Los capitanes castellanos siguen urdiendo el levantamiento contra Magallanes, y comienzan a hacer gestos evidentes de que niegan su autoridad. El navegante portugués identifica a los oficiales que están con él, y prepara la respuesta ante un posible motín.