Lee 1 Reyes 17:1–24

Imagina que tu despensa está vacía ... incluso los estantes de tu refrigerador. No tienes idea de dónde conseguirás tu próxima comida. Eso es lo que le sucedió a la viuda de Sarepta. Vivió durante una época en la que la gente a menudo recurría a los ídolos para suplir sus necesidades, Baal siendo el más prominente. De hecho, durante el reinado del rey Acab, la adoración a Baal incluso llegó a ser prominente en Israel.

El profeta Elías llegó con un mensaje amenazador de Dios. Se avecinaba una terrible sequía que demostraría a Baal sin poder (v. 1). Después de que Elías entregó su mensaje, Dios le ordenó que fuera a un escondite remoto, donde Elías pudiera beber de un arroyo y ser alimentado por cuervos (v. 4).

Cuando el arroyo se secó, Dios le ordenó a Elías que regresara al territorio de Baal, a Sarepta, donde Dios proveería para él de otra manera inusual. El Señor le había ordenado a esta pobre viuda que alimentara a Elías. Si bien no sabemos mucho sobre ella, sí sabemos que no tenía comida de sobra. Había estado planeando su última comida para ella y su hijo antes de que murieran (v. 12).

Entonces Elías hizo una promesa milagrosa: la harina y el aceite de la viuda no se acabarían hasta que Dios trajera la lluvia (v. 14). Así es que la viuda confió en la promesa de Dios y actuó en obediencia. Pero sus problemas no habían terminado. Su hijo se enfermó y murió. Con dolor, arremetió contra Elías, temiendo que su propio pecado hubiera matado a su hijo. Elías llevó el cuerpo del niño a su cuarto y oró hasta que Dios restauró su vida. Ella sabía que: 1) Elías era un hombre de Dios y (2) la palabra del Señor es verdad (v. 24).
Hay momentos en los que somos llamados a caminar por fe y no por vista. Confiamos en que Dios nos protegerá y actuará en nuestro favor, incluso cuando el camino que tenemos por delante nos parezca turbulento. Si te encuentras en esta situación, acude a Dios en busca de ayuda y liberación hoy.

Lee <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=1+Reyes+17%3A1%E2%80%9324&amp;version=NVI">1 Reyes 17:1&ndash;24</a>
Imagina que tu despensa est&aacute; vac&iacute;a ... incluso los estantes de tu refrigerador. No tienes idea de d&oacute;nde conseguir&aacute;s tu pr&oacute;xima comida. Eso es lo que le sucedi&oacute; a la viuda de Sarepta. Vivi&oacute; durante una &eacute;poca en la que la gente a menudo recurr&iacute;a a los &iacute;dolos para suplir sus necesidades, Baal siendo el m&aacute;s prominente. De hecho, durante el reinado del rey Acab, la adoraci&oacute;n a Baal incluso lleg&oacute; a ser prominente en Israel.
El profeta El&iacute;as lleg&oacute; con un mensaje amenazador de Dios. Se avecinaba una terrible sequ&iacute;a que demostrar&iacute;a a Baal sin poder (v. 1). Despu&eacute;s de que El&iacute;as entreg&oacute; su mensaje, Dios le orden&oacute; que fuera a un escondite remoto, donde El&iacute;as pudiera beber de un arroyo y ser alimentado por cuervos (v. 4).
Cuando el arroyo se sec&oacute;, Dios le orden&oacute; a El&iacute;as que regresara al territorio de Baal, a Sarepta, donde Dios proveer&iacute;a para &eacute;l de otra manera inusual. El Se&ntilde;or le hab&iacute;a ordenado a esta pobre viuda que alimentara a El&iacute;as. Si bien no sabemos mucho sobre ella, s&iacute; sabemos que no ten&iacute;a comida de sobra. Hab&iacute;a estado planeando su &uacute;ltima comida para ella y su hijo antes de que murieran (v. 12).
Entonces El&iacute;as hizo una promesa milagrosa: la harina y el aceite de la viuda no se acabar&iacute;an hasta que Dios trajera la lluvia (v. 14). As&iacute; es que la viuda confi&oacute; en la promesa de Dios y actu&oacute; en obediencia. Pero sus problemas no hab&iacute;an terminado. Su hijo se enferm&oacute; y muri&oacute;. Con dolor, arremeti&oacute; contra El&iacute;as, temiendo que su propio pecado hubiera matado a su hijo. El&iacute;as llev&oacute; el cuerpo del ni&ntilde;o a su cuarto y or&oacute; hasta que Dios restaur&oacute; su vida. Ella sab&iacute;a que: 1) El&iacute;as era un hombre de Dios y (2) la palabra del Se&ntilde;or es verdad (v. 24).
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<li>Hay momentos en los que somos llamados a caminar por fe y no por vista. Confiamos en que Dios nos proteger&aacute; y actuar&aacute; en nuestro favor, incluso cuando el camino que tenemos por delante nos parezca turbulento. Si te encuentras en esta situaci&oacute;n, acude a Dios en busca de ayuda y liberaci&oacute;n hoy.</li>
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Un estudio bíblico devocional diario del Instituto Bíblico Moody.

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