Lee Salmos 51:1–19

Sabemos que debemos presentarnos ante Dios para confesar nuestro pecado y pedir Su perdón. Pero ¿alguna vez te has preguntado cómo es la confesión verdadera y el arrepentimiento? ¿Es suficiente simplemente decir “lo siento”?

El texto de hoy es extraordinario porque echamos un vistazo a los pensamientos de David después de que el profeta Natán lo confrontara de su pecado con Betsabé y contra Urías. David comienza su confesión reconociendo su pecado personal (vv. 1–6). Luego apela a la misericordia de Dios (vv. 7–13) y concluye con acción y gratitud (vv. 14–19).

Identificar y reconocer nuestro pecado contra Dios es el primer paso. David no niega su pecado, pero también afirma que su pecado principal fue contra el Señor (v. 4). Como resultado de la Caída, todos somos pecadores desde el nacimiento. Por naturaleza, descuidamos a Dios, cediendo a nuestros deseos egoístas (vv. 5–6). David reconoció la severidad de su naturaleza pecaminosa y expresó su deseo de cambiar.

Suplicó perdón y comenzó con una petición de ser limpiado con hisopo (v. 7). En el Antiguo Testamento, las ramas de hisopo se usaban para aplicar la sangre de un cordero sobre los postes de las puertas antes de la Pascua (Éxodo 12:22), se usaban en limpiezas ceremoniales (Levítico 14:4–7), así como en ofrendas (Números 19:6). La petición de David simbolizó su necesidad de limpieza espiritual. Además, le rogó al Señor que creara en él un corazón puro y una renovación de un espíritu inquebrantable que estuviera en línea con la voluntad y los caminos de Dios (v. 10).

Finalmente, David deseaba poner en acción su nueva vida por el bien de los demás. Su nuevo anhelo era usar su pecado perdonado para enseñar a otros acerca de Dios. El perdón del Señor le dio una razón para alabar a Dios por el resto de su vida, y hace lo mismo por ti y por mí también (v. 15).
Pasa tiempo en confesión hoy. Mientras lo haces, vuelva a leer la oración de David y personalízala para que se ajuste a tu situación. Pídele al Señor perdón y un corazón renovado.

Lee <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Salmos+51%3A1%E2%80%9319&amp;version=NVI">Salmos 51:1&ndash;19</a>
Sabemos que debemos presentarnos ante Dios para confesar nuestro pecado y pedir Su perd&oacute;n. Pero &iquest;alguna vez te has preguntado c&oacute;mo es la confesi&oacute;n verdadera y el arrepentimiento? &iquest;Es suficiente simplemente decir &ldquo;lo siento&rdquo;?
El texto de hoy es extraordinario porque echamos un vistazo a los pensamientos de David despu&eacute;s de que el profeta Nat&aacute;n lo confrontara de su pecado con Betsab&eacute; y contra Ur&iacute;as. David comienza su confesi&oacute;n reconociendo su pecado personal (vv. 1&ndash;6). Luego apela a la misericordia de Dios (vv. 7&ndash;13) y concluye con acci&oacute;n y gratitud (vv. 14&ndash;19).
Identificar y reconocer nuestro pecado contra Dios es el primer paso. David no niega su pecado, pero tambi&eacute;n afirma que su pecado principal fue contra el Se&ntilde;or (v. 4). Como resultado de la Ca&iacute;da, todos somos pecadores desde el nacimiento. Por naturaleza, descuidamos a Dios, cediendo a nuestros deseos ego&iacute;stas (vv. 5&ndash;6). David reconoci&oacute; la severidad de su naturaleza pecaminosa y expres&oacute; su deseo de cambiar.
Suplic&oacute; perd&oacute;n y comenz&oacute; con una petici&oacute;n de ser limpiado con hisopo (v. 7). En el Antiguo Testamento, las ramas de hisopo se usaban para aplicar la sangre de un cordero sobre los postes de las puertas antes de la Pascua (<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=%C3%89xodo+12%3A22&amp;version=NVI">&Eacute;xodo 12:22</a>), se usaban en limpiezas ceremoniales (<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Lev%C3%ADtico+14%3A4%E2%80%937&amp;version=NVI">Lev&iacute;tico 14:4&ndash;7</a>), as&iacute; como en ofrendas (<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=N%C3%BAmeros+19%3A6&amp;version=NVI">N&uacute;meros 19:6</a>). La petici&oacute;n de David simboliz&oacute; su necesidad de limpieza espiritual. Adem&aacute;s, le rog&oacute; al Se&ntilde;or que creara en &eacute;l un coraz&oacute;n puro y una renovaci&oacute;n de un esp&iacute;ritu inquebrantable que estuviera en l&iacute;nea con la voluntad y los caminos de Dios (v. 10).
Finalmente, David deseaba poner en acci&oacute;n su nueva vida por el bien de los dem&aacute;s. Su nuevo anhelo era usar su pecado perdonado para ense&ntilde;ar a otros acerca de Dios. El perd&oacute;n del Se&ntilde;or le dio una raz&oacute;n para alabar a Dios por el resto de su vida, y hace lo mismo por ti y por m&iacute; tambi&eacute;n (v. 15).
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<li>Pasa tiempo en confesi&oacute;n hoy. Mientras lo haces, vuelva a leer la oraci&oacute;n de David y personal&iacute;zala para que se ajuste a tu situaci&oacute;n. P&iacute;dele al Se&ntilde;or perd&oacute;n y un coraz&oacute;n renovado.</li>
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Un estudio bíblico devocional diario del Instituto Bíblico Moody.

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