Lee Gálatas 2:6–10

La competencia puede ser sana y agradable. Nos impulsa a hacer lo mejor que podemos y nos llena de admiración por quienes lo hacen bien. Pero cuando se trata del ministerio, la colaboración es generalmente un modelo más fuerte. Cuando los creyentes trabajan juntos en unidad, cada miembro aporta sus dones y recursos y los comparte para el bien del grupo y para alcanzar una meta común.

En Gálatas 2:6–10, Pablo explica la conclusión de su importante reunión en Jerusalén. Para empezar, resta importancia a las credenciales de los apóstoles a quienes vino a visitar “a los que eran reconocidos como personas importantes” (v. 6). Su elevada reputación era meramente un fenómeno humano. Y aunque Pablo claramente respetaba a estos líderes, enfatiza que, ante Dios, eran de igual nivel. “Dios no hace acepción de personas” (v. 6 LBLA). Estos apóstoles habían determinado que el mensaje del evangelio de Pablo era aceptable, exactamente como lo había estado predicando. No pidieron más estipulaciones o modificaciones al mensaje en sí (v. 6).

En los versículos 7–9, Pablo relata el mismo veredicto de tres maneras diferentes para enfatizarlo: Pedro predicaría el evangelio a los judíos y Pablo llevaría el evangelio a los gentiles. Dios había llamado claramente a ambos hombres; los había capacitado para el ministerio (v. 8). Y Dios sería glorificado a través de Su misión unificada (no competitiva), evidenciada por la “diestra de compañerismo” que compartían (v. 9 LBLA). Eran compañeros en la misión e iguales en estatus.

La única excepción fue una solicitud para que Pablo y sus colegas continuaran su ministerio a los pobres (v. 10). Esto puede referirse a las necesidades de las iglesias judías en dificultades en Judea, otra confirmación de su colaboración compasiva (Romanos 15:26). Esto fue fácil para Pablo de cumplir ya que lo estaba haciendo y tenía la intención de continuar.

• ¿Cómo podría la competencia dañar la obra de la iglesia? Por otro lado, ¿qué ejemplos de fuerte colaboración has visto o experimentado?

Ora con nosotros

Jesús, qué privilegio aprender de los discípulos fieles que llamaste, ver su fe, su amor e incluso sus dudas y fracasos. Ayúdanos a ser ejemplos de amor verdadero y a buscarte incluso en medio de nuestro aislamiento y soledad.