Lee Romanos 8:12–30

Lina, de catorce años, vivía en un orfanato para niños mayores en Bogotá, Colombia, hasta que el año pasado se enteró de que una familia quería adoptarla. “Estaba tan feliz que lloré”, dijo Lina. “Y le di las gracias a Dios. Porque eso es lo que realmente quería: tener una familia que me entendiera. Estarán ahí en todo momento. Me valorarán como su hija. Siempre quise una familia que me quisiera".

            La adopción es una de las metáforas comunes que se utilizan para la salvación en el nuevo Testamento. Ayer describimos cómo Dios es nuestro Padre. Esa verdad también se enseña en la lectura de hoy, que también incluye algunas perspectivas adicionales sobre cómo ser adoptado en la familia de Dios. Primero, hay un sentido que en el momento en que llegamos a la fe en Cristo somos adoptados como hijos de Dios. Pero también hay un sentido que esperamos que se finalice la adopción cuando Cristo regrese. Ambas verdades están incluidas en este pasaje.

            Pablo declara que en la salvación “el Espíritu que recibiste trajo tu adopción a la filiación” (v. 15). Pero solo unos versículos más tarde, Pablo recuerda nosotros que “gemimos por dentro mientras esperamos ansiosamente nuestra adopción a la filiación, la redención de nuestros cuerpos” (v. 23). Hay un aspecto de “ya / todavía no” en esta adopción. Podemos relacionarnos con Dios como Padre ahora incluso mientras esperamos experimentar todos los derechos de nuestra adopción en el futuro. ¡Todavía tenemos bendiciones que esperar en Cristo!

            Pablo también describe otra relación que hemos ganado a través de nuestra adopción. No solo Dios es nuestro Padre, sino que Jesucristo es nuestro hermano mayor. Pablo declara: “Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (v. 29).
Si bien existe una clara diferencia entre Jesucristo y nosotros, Él es Dios y nosotros no. Jesucristo también es llamado nuestro hermano. Debido a nuestra identidad en Cristo, compartimos Su filiación. Esto incluye ser hechos “herederos de Dios y coherederos con Cristo” (v. 17).

Lee <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Romanos+8%3A12%E2%80%9330&amp;version=NVI">Romanos 8:12&ndash;30</a>
Lina, de catorce a&ntilde;os, viv&iacute;a en un orfanato para ni&ntilde;os mayores en Bogot&aacute;, Colombia, hasta que el a&ntilde;o pasado se enter&oacute; de que una familia quer&iacute;a adoptarla. &ldquo;Estaba tan feliz que llor&eacute;&rdquo;, dijo Lina. &ldquo;Y le di las gracias a Dios. Porque eso es lo que realmente quer&iacute;a: tener una familia que me entendiera. Estar&aacute;n ah&iacute; en todo momento. Me valorar&aacute;n como su hija. Siempre quise una familia que me quisiera".
&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp; La adopci&oacute;n es una de las met&aacute;foras comunes que se utilizan para la salvaci&oacute;n en el nuevo Testamento. Ayer describimos c&oacute;mo Dios es nuestro Padre. Esa verdad tambi&eacute;n se ense&ntilde;a en la lectura de hoy, que tambi&eacute;n incluye algunas perspectivas adicionales sobre c&oacute;mo ser adoptado en la familia de Dios. Primero, hay un sentido que en el momento en que llegamos a la fe en Cristo somos adoptados como hijos de Dios. Pero tambi&eacute;n hay un sentido que esperamos que se finalice la adopci&oacute;n cuando Cristo regrese. Ambas verdades est&aacute;n incluidas en este pasaje.
&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp; Pablo declara que en la salvaci&oacute;n &ldquo;el Esp&iacute;ritu que recibiste trajo tu adopci&oacute;n a la filiaci&oacute;n&rdquo; (v. 15). Pero solo unos vers&iacute;culos m&aacute;s tarde, Pablo recuerda nosotros que &ldquo;gemimos por dentro mientras esperamos ansiosamente nuestra adopci&oacute;n a la filiaci&oacute;n, la redenci&oacute;n de nuestros cuerpos&rdquo; (v. 23). Hay un aspecto de &ldquo;ya / todav&iacute;a no&rdquo; en esta adopci&oacute;n. Podemos relacionarnos con Dios como Padre ahora incluso mientras esperamos experimentar todos los derechos de nuestra adopci&oacute;n en el futuro. &iexcl;Todav&iacute;a tenemos bendiciones que esperar en Cristo!
&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp; Pablo tambi&eacute;n describe otra relaci&oacute;n que hemos ganado a trav&eacute;s de nuestra adopci&oacute;n. No solo Dios es nuestro Padre, sino que Jesucristo es nuestro hermano mayor. Pablo declara: &ldquo;Porque a los que Dios conoci&oacute; de antemano, tambi&eacute;n los predestin&oacute; a ser transformados seg&uacute;n la imagen de su Hijo, para que &eacute;l sea el primog&eacute;nito entre muchos hermanos&rdquo; (v. 29).
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<li>Si bien existe una clara diferencia entre Jesucristo y nosotros, &Eacute;l es Dios y nosotros no. Jesucristo tambi&eacute;n es llamado nuestro hermano. Debido a nuestra identidad en Cristo, compartimos Su filiaci&oacute;n. Esto incluye ser hechos &ldquo;herederos de Dios y coherederos con Cristo&rdquo; (v. 17).</li>
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Un estudio bíblico devocional diario del Instituto Bíblico Moody.

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