Lee Miqueas 4:6–8

Mi abuela me envió de regreso a la casa de mi mamá con uno de esos agitadores de pintura de madera en el que escribió estas palabras: “Para usar con Rusty cuando sea necesario”. Ella creía firmemente que perdonar la vara malcriaría al niño, y le di muchas razones para poner en práctica ese proverbio. Pero ni una sola vez dudé de su amor inmensurable e interminable por mí. Después de que fui castigado, ella siempre me tomaba en sus brazos y me colmaba de afecto.

El amor del Señor por Su pueblo es inimaginablemente mayor que el amor que me mostró mi abuela. En el pasaje de hoy, el Señor muestra ese amor de dos maneras. Primero, Él promete “reunir” y “recoger” a las personas que han sufrido bajo Su disciplina, “a los que yo había maltratado” (v. 6 LBLA). Aunque prometió muchas veces en los capítulos anteriores que castigaría a Su pueblo por sus pecados, ahora de vuelta a la página y promete tomarlos en Sus brazos. Dios no castigó a Su pueblo porque fuera vengativo o sin amor; en cambio, los disciplinaba porque los ama, y ​​ahora mostraría ese mismo amor al consolarlos (Proverbios 3:12).

En segundo lugar, Dios muestra Su amor al asumir la responsabilidad del sufrimiento que experimentó Su pueblo. “Recogeré a la perseguida, a las que yo había maltratado” (énfasis agregado) (v. 5 LBLA). El dolor que experimentó el pueblo de Dios vino de Su propia mano. Sucedió bajo Su atento cuidado; Él mismo los disciplinó. Dios estuvo en control todo el tiempo. No sufrieron bajo la mano de un tirano impredecible, ni les sucedió nada que Dios no ordenara. Esa realidad puede ser difícil de procesar, pero también es consuelo saber que nuestro Padre Celestial disciplina por amor.
Es posible que recuerdes momentos de tu vida en los que la disciplina te ayudó a volver al buen camino. Otras veces, puede que hayas sentido que era injusto. La disciplina de Dios siempre es justa y siempre tiene la intención de llevarnos de regreso a una relación correcta con Él.

Lee <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Miqueas+4%3A6%E2%80%938&amp;version=NVI">Miqueas 4:6&ndash;8</a>
Mi abuela me envi&oacute; de regreso a la casa de mi mam&aacute; con uno de esos agitadores de pintura de madera en el que escribi&oacute; estas palabras: &ldquo;Para usar con Rusty cuando sea necesario&rdquo;. Ella cre&iacute;a firmemente que perdonar la vara malcriar&iacute;a al ni&ntilde;o, y le di muchas razones para poner en pr&aacute;ctica ese proverbio. Pero ni una sola vez dud&eacute; de su amor inmensurable e interminable por m&iacute;. Despu&eacute;s de que fui castigado, ella siempre me tomaba en sus brazos y me colmaba de afecto.
El amor del Se&ntilde;or por Su pueblo es inimaginablemente mayor que el amor que me mostr&oacute; mi abuela. En el pasaje de hoy, el Se&ntilde;or muestra ese amor de dos maneras. Primero, &Eacute;l promete &ldquo;reunir&rdquo; y &ldquo;recoger&rdquo; a las personas que han sufrido bajo Su disciplina, &ldquo;a los que yo hab&iacute;a maltratado&rdquo; (v. 6 LBLA). Aunque prometi&oacute; muchas veces en los cap&iacute;tulos anteriores que castigar&iacute;a a Su pueblo por sus pecados, ahora de vuelta a la p&aacute;gina y promete tomarlos en Sus brazos. Dios no castig&oacute; a Su pueblo porque fuera vengativo o sin amor; en cambio, los disciplinaba porque los ama, y ​​ahora mostrar&iacute;a ese mismo amor al consolarlos (<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Proverbios+3%3A12&amp;version=NVI">Proverbios 3:12</a>).
En segundo lugar, Dios muestra Su amor al asumir la responsabilidad del sufrimiento que experiment&oacute; Su pueblo. &ldquo;Recoger&eacute; a la perseguida, a las que yo hab&iacute;a maltratado&rdquo; (&eacute;nfasis agregado) (v. 5 LBLA). El dolor que experiment&oacute; el pueblo de Dios vino de Su propia mano. Sucedi&oacute; bajo Su atento cuidado; &Eacute;l mismo los disciplin&oacute;. Dios estuvo en control todo el tiempo. No sufrieron bajo la mano de un tirano impredecible, ni les sucedi&oacute; nada que Dios no ordenara. Esa realidad puede ser dif&iacute;cil de procesar, pero tambi&eacute;n es consuelo saber que nuestro Padre Celestial disciplina por amor.
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<li>Es posible que recuerdes momentos de tu vida en los que la disciplina te ayud&oacute; a volver al buen camino. Otras veces, puede que hayas sentido que era injusto. La disciplina de Dios siempre es justa y siempre tiene la intenci&oacute;n de llevarnos de regreso a una relaci&oacute;n correcta con &Eacute;l.</li>
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Un estudio bíblico devocional diario del Instituto Bíblico Moody.

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