¿Temes a la muerte? El miedo es comprensible teniendo en cuenta que diez de cada diez personas mueren. No sólo enfrentaremos la muerte, sino que todos los que amamos se encuentran en la misma situación. Como dice el autor de Eclesiastés, “para todos hay un mismo final: para el justo y el injusto, para el bueno y el malo” (v. 2). Todos, ya sean ricos o pobres, famosos u ordinarios, al final morirán.
En Eclesiastés 9:1–6 el maestro da voz a lo que estoy seguro muchos de nosotros hemos pensado antes: “Hay un mal en todo lo que se hace bajo el sol: todos tienen un mismo final” (v. 3). Este pasaje es difícil de entender, particularmente porque los cristianos de hoy tienen el beneficio del Nuevo Testamento, que enseña claramente la resurrección de los muertos y la vida eterna para aquellos que confían en Jesús (Juan 11:25; Hechos 24:15; 1 Corintios 15:12, 42).
¿Eclesiastés contradice el Nuevo Testamento? Claro que no y por varias razones. Primero, aunque el Maestro expresa su frustración porque la muerte es el gran igualador, ha expresado repetidamente su fe en Dios y ha resaltado la importancia de vivir en relación con Él.
En segundo lugar, el concepto de revelación progresiva enseña que a medida que avanzaba el tiempo, Dios se reveló más plenamente en las Escrituras. Por tanto, Eclesiastés no contradice la resurrección de los muertos, porque Dios aún no había revelado plenamente esa verdad. Ahora que tenemos la revelación más completa de las Escrituras, podemos afirmar con mayor plenamente la reflexión del Maestro sobre el “mal” de la muerte como el gran igualador. De hecho, la muerte es tan mala, tan aborrecible para el Señor de la vida, que el Hijo murió en la cruz para vencer la muerte y expiar el pecado. Entonces podemos estar de acuerdo con el Maestro y al mismo tiempo alegrarnos de que a través de Jesús la muerte haya sido vencida. “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Corintios 15:55).
Ora con nosotros
Padre amoroso, gracias por Tu presencia en nuestras vidas. En Cristo, Tú nos ves y te acercas a nosotros con amor permanente. Jesús, saber que estás con nosotros nos ayuda a superar nuestros miedos, incluso el miedo a la muerte.