Las ceremonias suelen marcar transiciones importantes en la vida. La graduación de la escuela secundaria marca una transición hacia la edad adulta. El matrimonio celebra el comienzo de una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer. En Deuteronomio 27, Moisés espera una transición significativa para Israel: dejarían de vagar por el desierto y se instalarían en la Tierra Prometida.
Para marcar esta ocasión, Moisés describió una ceremonia dramática. Después de escribir la Ley públicamente en piedras revestidas de yeso, la mitad de las tribus ascenderían al monte Ebal y la otra mitad al monte Guerizín (vv. 12–13). Desde el monte Ebal, las tribus y los levitas recitarían las maldiciones del pacto si Israel era infiel. Desde el monte Guerizín, las tribus y los levitas pronunciarían las bendiciones de la obediencia. En Deuteronomio 27, el enfoque está en las maldiciones.
Se pronunciaban maldiciones contra aquellos que violaban las normas claras que el Señor había establecido. La maldición no se operaba por arte de magia. Más bien, era un pronunciamiento con el que Dios juzgaría. Un rasgo común es que todas estas eran acciones que podían realizarse en secreto: adorar a un ídolo en la propia casa (v. 15); mover los límites de su propiedad (v. 17); engañar a una persona ciega (v. 18); oprimir al extranjero, la viuda o el huérfano (v. 19); diversos pecados sexuales (vv. 20–23); asesinato (v. 24); y soborno (v. 25).
El Señor desea que Su pueblo viva vidas santas, no solo en público cuando todos lo notan, sino también en privado cuando solo el individuo y el Señor pueden saberlo. En última instancia, Israel no cumplió el pacto. Como enseña claramente la Escritura, “todos han pecado” (Romanos 3:23). El mensaje del evangelio es que lo que Israel no pudo hacer —y lo que nosotros no podemos hacer— el Señor lo hizo por nosotros: “Cristo nos rescató de la maldición de la Ley al hacerse maldición por nosotros” (Gálatas 3:13).
Ora con nosotros
Padre, qué alegría ver Tu presencia con el pueblo de Israel en Deuteronomio. Les enseñaste y guiaste con Tu Palabra. Y lo haces también por nosotros. ¡Estamos asombrados por el poder vivificante de Tu Palabra!
La ceremonia es como una graduación o una boda. Marcan momentos importantes en la vida y en la Palabra. En Deuteronomio 27, Moisés espera una transición significativa para Israel. Dejarían de vagar por el desierto y se instalarían en la tierra prometida. Para marcar esta ocasión, Moisés describió una ceremonia un tanto dramática. Después de escribir la ley en piedra, revestidas de yeso, la mitad de las tribus subirían al monte Ebal y la otra mitad al monte Gerizim. Desde Ebal resucitarían las maldiciones del pacto. Si Israel era infiel desde Gerizim, pronunciarían las bendiciones de la obediencia. Así que hoy el enfoque está en las maldiciones. Se pronunciaban maldiciones contra aquellos que violaban las normas claras del Señor. Y no, no eran maldiciones por arte de magia. Eran pronunciamientos con los que Dios juzgaría. Es interesante notar que la desobediencia podía realizarse en secreto adorar a un ídolo, mover los límites de su propiedad, engañar a una persona ciega, oprimir al inmigrante o a la viuda o al huérfano. Diversos tipos de pecados sexuales el asesinato, el soborno. Pero el Señor desea que su pueblo viva vidas santas, no solo en público, sino también en privado. En última instancia, Israel no cumplió el pacto. Tampoco nosotros. Por eso Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros y para ti. Cómo demuestra este texto lo que Dios piensa del pecado y la desobediencia? Cómo desafía nuestros pecados privados?
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