Se respira el aire frío en la oscuridad de la estación de Lexington. Gilbert Cooper, vendedor viajante de cosméticos, decide cobijarse dentro de la estación mientras espera impaciente a que llegue su tren. Dentro, y junto a una estufa, se encuentra con John, un extraño personaje que dice ser contable de una compañía de seguros. Repican las campanas del pueblo, señal que indica que algo va mal: uno de los enfermos mentales del sanatorio local ha asesinado al barbero y se ha escapado. No se sabe dónde está y se recomienda que nadie salga de sus casas. Cooper y John se miran el uno al otro con desconfianza: uno de los dos tiene que ser el asesino.
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