En el siglo XIX se vivió una deficiente industrialización, causada en parte por la necesaria revolución agrícola que sí se daba en el resto de países europeos. Esto llevó a un lento crecimiento de la población española que pasó de 10 millones de habitantes a 18. La ley de ferrocarriles de 1855 causó una burbuja que provocaría la crisis de 1866. Durante el siglo XIX hubo fases de proteccionismo y librecambismo, aunque siempre predominó lo primero.