Controlaba el 5% del PIB mundial, lo que hoy equivaldría a 1,5 billones de dólares. Fue una de las estadistas más influyentes y contribuyó a aumentar el poderío de Rusia.
Catalina II no estaba llamada a ser emperatriz. Hija de un príncipe alemán de bajo rango, se decidió su matrimonio con el futuro zar, Pedro III, con el imperioso objetivo de dotar al reino de un heredero que mantuviera la dinastía.
Clara Ruiz de Gauna, redactora jefe del periódico y autora de la saga sobre los personajes que han hecho historia en el mundo financiero que se publica todas las semanas en EXPANSIÓN, y los redactores del periódico Amaia Ormaetxea y Antonio Santamaría analizan el legado de esta genio de las finanzas.