Todos los días vemos esa mancha de colores primarios que invade la ciudad: en moto, en bicicleta y a veces a pie, con cajas de colores vistosos llenos de pedidos, recorren la ciudad: son los domiciliarios. No son Nairo, Rigo o Egan, tampoco Marc Márquez… Es un trabajo que parece sencillo y que se ha modernizado con las aplicaciones, pero es difícil, lleno de retos y, sobre todo, de situaciones inesperadas que suceden con los clientes. En 30 minutos o su pedido es gratis: el tiempo es su gran enemigo… como lo es para Egan, Rigo y Nairo.