Perseguido por la lluvia desde aquellos cuarenta en los que abrió los ojos, Pepe Domingo Castaño (Lestrove, 1942) se acerca a los ochenta haciendo memoria en su libro Hasta que se me acaben las palabras. El hombre del doble saludo, del anuncio hecho historia, de la juerga del Santiaguiño y la Neniña número uno y de un Dépor que es menos de lo que fue, otea desde una planta once la ciudad que le ha dado casi todo. No es la La Coruña de su novia eterna, Tere, pero Madrid fue el horizonte de un chaval de Padrón que un día subió en el taxi de Arturo Pardal, su padre en la carretera y en las juergas del Blue Sky, para llegar a Santiago y locutar un artículo sobre Rosalía de Castro que le permitió conseguir su primer puesto en la radio. 

Por Diego Moreno Bermejo.

Perseguido por la lluvia desde aquellos cuarenta en los que abri&oacute; los ojos, Pepe Domingo Casta&ntilde;o (Lestrove, 1942) se acerca a los ochenta haciendo memoria en su libro&nbsp;Hasta que se me acaben las palabras. El hombre del doble saludo, del anuncio hecho historia, de la juerga del Santiagui&ntilde;o y la Neni&ntilde;a n&uacute;mero uno y de un D&eacute;por que es menos de lo que fue, otea desde una planta once la ciudad que le ha dado casi todo. No es la La Coru&ntilde;a de su novia eterna, Tere, pero Madrid fue el horizonte de un chaval de Padr&oacute;n que un d&iacute;a subi&oacute; en el taxi de Arturo Pardal, su padre en la carretera y en las juergas del Blue Sky, para llegar a Santiago y locutar un art&iacute;culo sobre Rosal&iacute;a de Castro que le permiti&oacute; conseguir su primer puesto en la radio.&nbsp;
Por Diego Moreno Bermejo.

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