Dice el refrán: “Las apariencias engañan”; pero… ¿engañan siempre? Un extraordinario ensayo de Katie Kresser en Image Journal explora la idea errónea de dar valor a la apariencia por encima de la substancia, en lo que ella define como Sham Art. El debate sobre lo que una cosa es realmente y lo que parece ser, ha sido punto de discusión en la filosofía occidental por miles de años. En la fe cristiana, Jesucristo advierte también sobre las apariencias religiosas como un indicio de vanidad, orgullo y falsedad. Sin embargo, muchos que se confiesan cristianos, creen y siguen las apariencias porque es cómodo y conveniente. De hecho, pretendemos frecuentemente presentarnos ante una deidad "omnipresente" con pretensiones y apariencias falsas. Quizás sea tiempo para recuperar ese “espíritu contrito y quebrantado” en un mundo de falsa autosuficiencia.